Desarrollo de las virtudes para una vida plena

Luis Aranguren nos habla del curso que impartirá en febrero

 

Es filósofo, teólogo y escritor. Luis Aranguren, además, es profesor del Centro de Humanización de la Salud y colaborador de la revista Humanizar. Respetado y querido por alumnos, expertos y público en general, siempre es enriquecedor escucharle, por fue el encargado de inaugurar el presente año académico de Posgrados con la ponencia “Saber cuidar, el gran desafío de nuestro tiempo” (foto). 

Los jueves 4, 11 y 18 de febrero, de 17:00 a 20:00 horas, impartirá el curso “Desarrollo de las virtudes para una vida plena”. Tres sesiones en formato virtual con un claro objetivo de crecimiento personal, como nos ha desgranado en la siguiente entrevista:

 

Este curso está dirigido a personas que necesitan hacer síntesis entre espiritualidad y ética cristiana, ¿qué se van a encontrar en él?
Nos encontraremos con nosotros mismos en tanto que somos personas necesitadas de hacer esa conexión. Y al no ser una conexión operativa o aplicada, sino constitutiva, necesitamos espacio y tiempo para reconectar con lo mejor de nosotros mismos.

¿Qué es una vida plena y cómo nos puede ayudar el Evangelio? 
Una vida plena es aquella en la que podemos desarrollar nuestras mejores posibilidades de vida felicitante en una sociedad justa. La propuesta de Jesús en torno a las bienaventuranzas y la configuración de la vida cristiana como testimonio de vida virtuosa contribuyen a forjar una vida plena. Plenitud no es sinónimo de perfección, de logro de metas, de superación de obstáculos, de competir por obtener el máximo beneficio, sino más bien de integración de las propias sombras en un ámbito de sentido y conectados a una fuente que emana amor y cuidado, más que rigor y obediencia. Desde ahí la vida plena busca aquellos valores que valen por sí mismos, que no tienen precio ni son permutables, y que al realizarlo de manera habituar nos convierten en personas virtuosas. Así, decimos: Juan es generoso, María es compasiva; Mohamed es solidario, etc.

¿Cuáles son las principales virtudes que deberíamos cultivar y cómo hacerlo?
Podríamos detenernos en las viejas virtudes cardinales y ya tenemos para varios días: prudencia, justicia, fortaleza y templanza nos dan cuenta de todo un programa de trabajo. Es posible que el término "virtud" y no digamos "virtudes cardinales" nos suenen a algo pasado y viejo. Sin embargo, por ejemplo, en una sociedad polarizada y simplista donde toda discusión se coloca en el terreno del dilema entre blanco o negro, la prudencia es la virtud que nos ayuda a discernir entre cursos intermedios de acción transformando el dilema o los dilemas en problemas complejos que requieren soluciones no fáciles ni inmediatamente exitosas. 

De la teoría a la práctica hay un largo recorrido. ¿Es posible?
Siempre, pero también es cierto que una buena práctica requiere de una sólida teoría, o al menos es lo que yo pienso. No basta el espontaneísmo moral ni la búsqueda inmediata de caja de herramientas que nos resuelvan los problemas. Este curso formativo nos puede ayudar a conectar con nuestra fuente interior y con los fines éticos que marcan una vida plena. En una sociedad atiborrada de medios y de instrumentos nos hemos olvidado de los fines. Como dice el papa Francisco en Laudato Sí, "tenemos muchos medios para tan escasos y raquíticos fines" (LS 203) 

Ser virtuoso es casi un camino de santidad. ¿Hay un método para esto?
Pensemos en esa santidad del vecino o la vecina de la puerta de al lado. La pandemia del coronavirus o la gran nevada de estos días nos dan ejemplo de santidad anónima. Método significa "camino". Y la vida cristiana en sí misma es camino de seguimiento de Jesús. Creo que no es sano proponernos ser santos como objetivo o meta. Si es así algo falla. Probablemente ningún santo ni santa se lo propuso; se lo encontró en el camino. Pienso en San Óscar Romero, arzobispo de San Salvador, obispo moderado y beato, que ante las injusticias que ve en su país, empieza a ver con los ojos de Dios y a sentir con el corazón compasivo de Dios. Su vida da un giro copernicano a los 60 años y siendo ya arzobispo. No sabemos dónde ni cuándo nos puede sorprender la propuesta de vida virtuosa. Hemos de estar preparados y saber vivir en la buena nueva del Dios de Jesús.

¿Siempre estamos a tiempo de vivir plenamente? 
Por supuesto; el caso de San Romero de América, como lo llaman sus paisanos, es evidente. Incluso podríamos hablar de una muerte en la plenitud del vivir. Entre otras cosas es lo que nos podemos encontrar en las unidades de cuidados paliativos, donde la plenitud del vivir no está asociada con curación médica sino con cuidados que inducen y acompañan a quien quiere y puede a vivirse plenamente ante la inminencia de la muerte.

El curso se va a desarrollar en tres sesiones. ¿Serán suficientes? 
Los cursos siempre son un sumergirse en la vida plena que acontece en la vida cotidiana: ahí es donde obtenemos el verdadero certificado de aprovechamiento académico.

 

El curso “Desarrollo de las virtudes para una vida plena” consta de un crédito de 9 horas lectivas. Las personas interesadas pueden hacer su inscripción directamente aquí o llamando a teléfono91 806 06 96