"Elogio a los buscadores... que investigan"

Artículo del departamento de Investigación del CEHS, Revista HUMANIZAR 184, septiembre-octubre.

    Desde www.humanizar.es  compartimos el artículo publicado por el departamento de Investigación del Centro de Humanización de la Salud San Camilo en la Revista HUMANIZAR, en el número 184, monográfico celebrativo de sus 30 años de vida.

Cada dos meses, en HUMANIZAR, nuestra compañera Rosa Ruiz Aragoneses nos ofrece datos, reflexiones y vías para conocer lo que hacemos en el Centro como "lugar de divulgación, de encuentro de conocimiento compartido y espacio para seguir colaborando en la construcción de una sociedad más humana y humanizadora".

Podéis conocer y seguir la labor de investigación en su propia sección en la web:

https://www.humanizar.es/investigacion

En la Revista HUMANIZAR, y en nuestras redes sociales, Facebook y Twitter @Humanizar_es

Lee el artículo aquí:

Elogio a los buscadores...que investigan

Desde el Dpto. de Investigación del Centro San Camilo nos unimos a la celebración de los 30 años deHumanizar, como vía de divulgación, lugar de encuentro de conocimiento compartido y espacio para seguir colaborando en la construcción de una sociedad más humana y humanizadora.

Rosa Ruiz Aragoneses

Investigamos para crear nuevo conocimiento y así transformar la sociedad, mejorar la vida. Gracias a que otros antes han investigado, tenemos la opción de ser intervenidos quirúrgicamente con anestesia y no mordiendo un palo o desmayados de dolor. Gracias a que alguien investigó, podemos fregar el suelo con un cómodo dispositivo que escurre la fregona y nos permite avanzar mejor. Ambas cosas mejoran la vida, incluso diría que nos mejora a nosotros mismos.

Quisiéramos que investigar fuera primero una actitud, la de los buscadores:

  • Investigamos cuando no nos conformamos con las cosas tal como están y tal como funcionan y no tenemos miedo de cuestionar y cuestionarnos, porque nos importa más la verdad que la opinión, por buena que sea.
  • Investigamos cuando nos preocupa más hacernos preguntas que tener respuestas a toda costa; cuando no damos nada por acabado y vivimos abiertos, sabiendo que, aunque no toda información vale, ninguna podemos desechar de entrada.
  • Investigamos cuando “nada de lo humano nos es ajeno” (Terencio): en lo científico, en las artes, la educación, el derecho, la espiritualidad, la psicología… todo.
  • Investigamos cuando acogemos lo que otros han pensado, trabajado, luchado, compartido… Porque todos “somos enanos a hombros de gigantes” (Bernardo de Chartres), todo es dinámico, todo está en crecimiento continuo.
  • Investigamos cuando tratamos, por todos los medios, de divulgar lo investigado, de dar a conocer lo hallado, de compartir lo poco o mucho logrado y así, colaboramos con una sociedad más crítica y autónoma.

Posiblemente el ámbito de la salud sea uno de los que más se han beneficiado de la investigación y la generación de conocimiento a lo largo de la historia. Quizá porque es uno de los ámbitos que más importa al ser humano, donde más nos jugamos, y en el que más nos va la vida. El ser humano, sea cual sea la visión antropológica que lo impulsa, está orientado esencialmente a la vida, a vivir y vivir bien. Saludablemente. Y, además, anida en él un impulso natural a cuidar del otro y de lo otro, a hacer de “lo suyo”, un “nuestro” habitable.

Intentar colaborar en esta adhesión a la vida y al cuidado es algo es que todos, absolutamente todos, podemos vivir. Todos somos potenciales buscadores, investigadores de la vida, llamados a “ver lo que todo el mundo ha visto, y pensar lo que nadie más ha pensado”. Así definía la investigación Albert Szent-Györgyi.

Todos estamos llamados también a generar conocimiento, a desaprender lo que ya no nos sirve, a hacer realidad ideas nuevas que nos ayuden a vivir más felices, que nos hagan más fáciles las tareas de cada día, que nos enciendan e ilusionen para seguir creciendo y ser la mejor versión posible de nosotros mismos. Porque “el conocimiento no es una vasija que se llena, sino un fuego que se enciende” (Plutarco).

Lo importante es abrir bien los ojos y el corazón y las manos allí donde cada uno estemos. Si lo hacemos, seguro que nacerán nuevas ideas y avances, y por pequeños que nos parezcan harán que este mundo sea un poco mejor. Así megusta imaginarme a san Camilo mirando, pensando, amando, ¡investigando! y creando:

«Sería un gran servicio a Dios que todos los enfermos con fiebre y los que padecen diarrea tuvieran una silla-inodoro. Dios sabe cuántos mueren cada año porque se ven obligados a ir a los retretes, que están sucios, apestan y están cubiertos de fango» (Carta al hermano Olimpio Fiori)[1].

Busquemos. Investiguemos. Arriesguemos. ¿Quién sabe cuánto tenemos por inventar?, ¿quién sabe cuánto podemos transformar y cuidar este mundo nuestro que se nos ha confiado?

 


[1] Germana Sommaruega (ed.), Escritos de San Camilo (1584-1614), Sal Terrae 2019, 88.