Este año la experiencia del coronavirus ha dejado su huella en el portal de Belén del Centro San Camilo. Todo lo vivido ha sido recogido en un escenario para rendir homenaje a sus residentes, familiares y trabajadores, donde la humanización de la salud está presente en cada rincón.
Así, desde María y José, todos los personajes llevan mascarilla, guardan las distancias de seguridad y disponen de dispensadores de gel hidroalcohólico. Se puede ver el camino al Centro del Día con usuarios en burro, la cocina-panadería; los servicios de limpieza, lavandería y mantenimiento con sus herramientas en mano, el centro de Escucha donde se lee la revista Humanizar y hasta la Unidad Móvil de Intervención en Duelo convertida en carro tirado por bueyes.
Tampoco faltan las plazas de la Palabra o de los Cántaros, las clases en el centro de formación del CEHS, la comunidad de los religiosos camilos y el huerto, o el piano de la Unidad de Cuidados Paliativos poniendo armonía en el ambiento frente al portal.
Un espacio importante y muy reconocible lo ocupa La Plaza de San Camilo convertida en hospital de campaña con las camas de los enfermos atendidas y acompañadas, incluso se ven las vidrieras de la capilla donde se velaba hasta el final.
Coordinado por Xabier Azkoitia, responsable de atención espiritual y voluntariado, el montaje de este singular Nacimiento ha contado con la colaboración de los voluntarios Rafa y Lourdes, y las manos de numerosos ancianos, enfermos de la UCP y trabajadores.
“Es un recuerdo a todos los profesionales del centro y a los voluntarios que apoyaron en la logística o acompañaron telemáticamente… un homenaje a los ancianos que ocuparon esas camas, a quienes fallecieron en ellas y a los familiares que acompañaron” destaca Azkoitia.
Un Belén muy cuidado y realizado “con más corazón en las manos” que espera la llegada de Dios humanizado para celebrar la Navidad con esperanza.