A las nueve de la mañana Margarita Chillarón ha recibido su primera felicitación en el desayuno. Sus compañeros le han recordado que 100 años son para celebrarlo y le han cantado como se merece, también lo han hecho a las 12,00 horas al terminar su sesión de gerontogimnasia desde el asiento. Pero lo mejor ha llegado a la hora de la comida.

Con el postre se han apagado las luces del comedor y se han encendido las velas  de una gran tarta estrenando los tres dígitos. Y es que cumplir 100 años es todo un logro, más en tiempos de pandemia. Al tiempo que la tarta avanzaba, al ritmo del “Cumpleaños feliz” que todos cantaban al unísono, arrancaron también los aplausos de residentes, enfermeras, auxiliares, médicos y más personal de San Camilo que siempre animan las fiestas bailando.

Si llegar hasta aquí ya es un regalo, no menos lo ha sido el emotivo encuentro por videollamada con su hermano Félix, de 96 años, quien lamentaba no poder estar ahí presencialmente, como tantas otras veces, cuando se cogía hasta tres autobuses para visitarla. Sin embargo, ha sido una alegría verse las caras a través de la pantalla y desearse todo lo mejor, que incluye reencontrarse cuando todo esto pase.
 
Con esa ilusión apagó las velas y seguro que se cumplirá su deseo, más pronto de lo que creemos. Seguro.