Si te presunto qué sientes… seguramente sabrás contestarme…
Si te presunto "¿por qué?", me darás una razón o me dirás que no lo sabes.
Si continúo preguntando: ¿cómo sabes que sientes eso? - quizás también fluya fácilmente tu respuesta…
pero…
Y si te pregunto: "¿ qué es una emoción?"… quizás sólo puedas sonreírme con un “no sé”...
“Casi todo el mundo piensa que sabe qué es uno emoción hasta que intenta definirla. En este momento, prácticamente nadie afirma poder entenderla" (Wenger, Jones y Jones, 1962).
Imaginemos que nuestro mundo emocional es una ciudad. con unos habitantes que son nuestras emociones.
El indagar sobre tu mundo emocional es como intentar descubrir una ciudad metiéndose en sus calles, y conociendo las historias y la utilidad de cada quiosco, de cada soportal, de cada edificio: ¿quién vive ahí? ¿Qué hacen? ¿Cuándo se construyó el edificio? ... quizás haya que remodelar alguna escalera o pintar la fachada. Pero lo que ahí aparece, lo que sucede en la ciudad: sus coches, sus atascos, su ruido, su olor, si hay pájaros o no, si las fachadas o sus calles, están sucias o limpias, tienen relación con sus habitantes, y en la forma en que viven.
Todos los ciudadanos de esa ciudad se relacionan. El buscar esas relaciones, también nos puede ayudar a entender por qué una ciudad es como es, y por qué funciona como funciona. También a través del conocimiento de su historia, de su idiosincrasia, de su naturaleza y elementos, podemos gestionar cambios para acercarnos a tener esa ciudad que queremos. Porque nada es fortuito, y nada pasa sin dejar huella, aunque pase de puntillas. Nuestra ciudad emocional está ahí esperando ser conocida, desvelada y cuidada.)
El conocer lo que uno siente, quiénes son sus habitantes, aunque no esté exento de dificultades, es el primer paso hacia la Inteligencia Emocional. Para hacerlo primero hay que sentir, y ser consciente de lo que estoy sintiendo. Reconocerlo y aceptarlo en lugar de esconderlo- aunque no nos guste (esto me hace enfadar. amo a esta persona, me da rabia que, estoy triste porque…). Ponerle palabras a esta emoción es hacerlo explícito y sacarlo de las sombras diferenciándolo de otra emoción. Es un gran paso en nuestro camino hacia el autoconocimiento.
Aceptar es recoger y abrazar lo que siento como algo posible y loable, donde no juzgo.
Quizás la parte más difícil para algunos sea aprender a gestionar de forma saludable mi emoción si hasta ahora no lo hacíamos. Y esto no es posible si no hemos hecho antes todos los deberes que acabamos de citar. Porque es el anillo o ciclo de mi emoción: sentir, aceptar, abrazar, gestionar, reflexionar, aprender y crecer. También en ese anillo cabe el transformar una emoción en otra más saludable.
Darwin fue un gran investigador de las emociones descubriendo que servían para sobrevivir, adaptarnos al medio y desarrollarnos.
Que las emociones tenían su función biológica y por lo tanto, no debían ser estigmatizadas. A partir de sus importantes indagaciones sobre la emoción se elaboraron teorías que aún perduran hasta nuestros días.
Como propuesta para esta nueva temporada, mirémonos sin juzgarnos y exploremos qué sentimos, cómo lo sentirnos, ante qué y qué hacemos con eso. Quizás dejemos el patio corno está, o nos apetezca reformas. Al fin y al cabo, no podemos evitar sentir lo que sentimos, pero si tenemos la libertad de ser responsables de nosotros mismos y de cómo decidimos vivirnos.