Desde HUMANIZAR nos hacemos eco de la entrevista publicada en Noticias de Pontevedra a nuestro compañero Valentín Rodil, responsable de la UMI, Unidad Móvil de Intervención en duelo del Centro de Escucha San Camilo.Rodil ha recalado en Pontevedra la semana del 14 de junio, para acompañar y apoyar a quienes están en duelo.Una entrevista de Susana Regueira.
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Sin carta de navegación, sin brújula y a bordo de una cáscara de nuez. Así embarcamos para transitar el duelo, una experiencia de pérdida que tarde o temprano nos golpea y transforma a
todos y a la que dedica su actividad elCentro de Escucha San Camilo. Su Unidad móvil de Intervención en Crisis y Duelo visitó esta semana Pontevedra para acompañar y apoyar a quienes atraviesan este difícil momento.
- ¿Hay un perfil predominante entre las personas que demandan atención en un proceso de duelo?
-Por término general suelen acudir más a pedir ayuda mujeres que hombres, pero eso no quiere decir, claro, que el duelo no nos golpee a todos por igual.
- ¿Hombres y mujeres lo viven de distinta forma?
-Todavía creo que está ligado bastante a una forma de afrontamiento de lo emocional en los hombres ligado a lo activo y en las mujeres a lo emocional o al permitir las emociones. Y digo todavía porque esto no va a ser eterno y cada vez hay más educación emocional en general, algo que influye directamente en cómo se vive el duelo.
- ¿Puede hablarse de un proceso saludable, un modo saludable de transitarlo?
-Si, el duelo es un proceso natural que luego puede verse afectado, atascado, por el camino, pero el duelo en general si que tiene un proceso. Hay un mapa del duelo en el que hay un cierto consenso, algunos autores hablan de tareas, otros de fases, otros de procesos, pero sí que hay un cierto consenso en que, básicamente, en el duelo se entra y de él se sale, como si fuese, digámoslo así, un periodo de rehacer, de reinventar, redescubrir.
- ¿Por dónde empezamos a leer ese mapa del duelo?
-Lo primero es admitir que ha habido un daño, por tanto la asunción de la realidad?. Lo primero es un reconocimiento de lo que uno vive. Si hay alguna característica del duelo es que es el tiempo de reencontrarse uno con su propia autencidad, porque es que ahí caen bastantes máscaras.
El duelo te deja a la intemperie, desnudo, con tus pequeñas o grandes habilidades y te quita la máscara, los personajes.
Las emociones son una de las mejores cosas que tenemos para saber quienes somos, al fin y al cabo son reacciones corporales ante el entorno y la realidad y es muy bueno aprender a reconocer lo que uno tiene. Lo que sucede es que muchos hemos aprendido a negarlas, a ponerles otro nombre, a enmascararlas. Y por todo eso se tarda, porque es una
escuela emocional.
- Suele hablar de una carta de navegación del duelo
-Es una navegación, un proceso en el que un tsunami nos quitó la casa, tenemos por delante agua. Es un agua helada, el agua del dolor profundo y difícil, tenemos una orilla por la que transitamos y hay que hacer una travesía.
Digamos que las partes que hacemos esa travesía y las decisiones que tomamos sí son bastante universales, las personas en duelo suelen verse bastante reflejadas.
El viaje empieza por meterse en el agua, por vivir las tormentas emocionales, por navegar luego ya cuando no hay esas tormentas, aprendiendo a navegar solos, sin esa otra persona. Y llegando a otra orilla donde uno sale del duelo e intenta rehacer la existencia y recolocar a la persona fallecida. Ese mapa, y la metáfora es muy mía, es más o menos lo que manejamos todos.
- Asegura también que no será un viaje lineal?
-No, es una escuela emocional y en ese aprendizaje uno va a ir encontrando pequeños atascos. Si los vientos (y las emociones son vientos que hacen navegar al barco) a veces hacen remolino porque no salen, habrá gente que se quede atrapada en esa emoción.
- Deduzco que el duelo no se produce solo tras la pérdida de una persona ¿experimentamos duelos con cada cambio vital importante, como cambiar de ciudad o de trabajo?
-Si, lo que es constante en la vida de los seres humanos es el cambio. Y la pérdida es un tipo de cambio, porque hay cambios que no son pérdidas o que a lo mejor no se les ve ese aspecto de pérdida.
Pero en general así es, siempre el cambio supone dejar una cosa atrás y afrontar una nueva. A veces es poco el sacrificio que uno hace porque lo que le espera por delante es muy bueno, pero cuando la pérdida es significativa sucede efectivamente lo que usted plantea.
En los centros de escucha o en el Máster en Intervención en Duelo, que aunque ponga duelo es un máster de pérdidas, se aborda de esa manera: pérdida es cambiar de ciudad, salir del barrio, cambiar de amigos, evidentemente las rupturas, cambiar de empleo o perderlo, todo tiene esa dinámica de pérdida.
- ¿Es cierto que cada vez nos permitimos menos el duelo en las separaciones y divorcios?
-Hay una confusión entre validar y normalizar. La normalización no puede ser que como algunas personas o muchas ya hayamos vivido algo lo consideremos normal y por lo tanto nos neguemos el derecho al duelo, porque como es normal no nos lo parece.
Recuerdo que en Honduras teníamos que trabajar el duelo en la ciudad donde más muertes violentas hay. Y yo, de la manera ingenua en que se lo cuento ahora, pensaba, bueno, pues probablemente ahí la gente no hace duelo porque, claro, a todo el mundo le muere un hijo, parece que será como normal. Y no, claro, no fue lo que encontré.
Pues el divorcio es un marasmo, no es fácil divorciarse. De hecho la gente da muchas vueltas, por muchas situaciones hoy en día que lo faciliten eso no genera necesariamente que las personas opten por vivirlo. Pero como hay una normalización, hay una desautorización del duelo. Una persona me decía de los niños "se tienen que ir acostumbrando, es que esto es lo normal". Validar una experiencia, como decía, no es normalizar, de hecho es lo contrario.
- ¿Reivindicar el derecho a la tristeza?
-La tristeza es un derecho, la felicidad no es una obligación. Eso se ve mucho en Navidad.
- ¿Los niños experimentan el duelo de un modo diferente?
-En la vida vamos aprendiendo a medida que vamos experimentamos duelos y pérdidas. Los niños lo viven de acuerdo a su edad, pero viven duelos intensos. Al mismo tiempo viven recreos en el duelo, en eso se diferencian de los mayores, que no vivimos esos recreos porque nos sentimos culpables.
Ellos sí hacen recreos, están muy tristes porque su madre ha muerto y de repente los ves jugando tan campantes y luego los ves después como aplastados. Ellos tienen por delante las mismas tareas que los adultos y todos vamos aprendiendo poco a poco.
Está un poco de moda hablar de duelo, y es una buena cosa que cada vez sea más natural hablar de ello, pero al mismo tiempo quizás estamos psicologizando, medicalizando, magnificando un hecho, el duelo, que en realidad es una experiencia vital, dura durísima (de modo que cuando estás con una persona que lo atraviesa no le puedes decir que está aprendiendo) pero de la que aprendemos.
"El duelo te deja a la intemperie, desnudo, con tus pequeñas o grandes habilidades y te quita la máscara, los personajes"
martes, 18 de junio de 2019 22:00h
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Centro de Humanización de la Salud