Al entrar en la Planta 3 suena de fondo la voz de Olga Ramos y encuentro a José Antonio bailando con Enriqueta, la primera en ponerse en pie y arrancarse con un chotis. “Cuando vayas a Madrid chulapa mía voy a hacerte emperatriz de Lavapiés y alfombrarte con claveles la Gran Vía, y a bañarte con vinillo de Jerez…” escucho a Conchi que se sabe la letra sin desafinar ni una nota. “Es que soy de Vallecas, aunque mi nombre venga del mar, porque yo soy una Concha, ¿sabes?” me dice con tanta gracia como su media melena pelirroja y sus ojos risueños.
 
Mientras, Lola se ha sumado a la fiesta y se coge de las manos de José Antonio y Enriqueta, quien la recibe con un beso. “Si es que te quiero mucho” le suelta. Todos aplauden, algunos sentados y con ganas de salir a la pista, otros mirando y disfrutando tímidamente, aunque recuerdan sus años mozos en los que se arrimaban castamente sin salirse de la baldosa con su clavel plantado en la chaqueta.
 
“Ellas se animan más a participar en las actividades diarias” asegura José Antonio Hidalgo, animador sociocultural de San Camilo, quien todos los días se encarga de que todos bailen, canten, cuenten sus chascarrillos y se echen unas risas, “si así lo quieren” puntualiza. Recuerda con cierta nostalgia las verbenas que cada año celebraban tal día como hoy en el Salón de Actos, pero este es diferente y sin las visitas de las familias. “Aunque aquí no nos vamos a quedar sin probar las rosquillas de San Isidro, las listas y las tontas, en la comida y a la hora de la merienda, cuando vendrá el grupo de voluntarios a continuar la fiesta” señala.

En la gran pantalla de la televisión destaca el vistoso mantón de Manila de Olga Ramos y se suceden imágenes de Madrid, entre organillos y barquillos, pero a quien todos escuchan es a Conchi que alto y claro resuelve “…y vas a ver lo que es canela fina y armar la remolina cuando vayas a Madrid, ¡que sí!” (adjunto el vídeo a la derecha de la noticia).

Vuelvo a oir los aplausos mientras me voy, pero el mío se lo doy en silencio entre estas palabras a todos ellos, mayores y trabajadores, que demuestran su espíritu de resistencia y ganas de vivir en la que ahora es su familia: San Camilo. ¡Bravo!