Mapas humanizados para mostrar un mundo desigual

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Un grupo de científicos británicos y estadounidenses ha decidido utilizar la fuerza que tienen los mapas para hacer visibles las realidades de desigualdad que viven las personas en nuestro planeta. Más allá de las fronteras, los mapas se humanizan a través del trabajo de Danny Dorling, profesor de Geografía Humana de la Universidad de Sheffield, impulsor del proyecto Worldmapper.

MADRID.- Estamos habituados a enfrentarnos a estadísticas más o menos complejas, a mapas en colores con extensas leyendas explicativas, a gráficas que suben y bajan. Sin embargo, para el profesor Danny Dorling, estas representaciones carecen de la fuerza necesaria como para sensibilizar a la gente sobre las desigualdades reales que existen en nuestro planeta. ¿De qué manera podemos tomar conciencia que la mayoría de la población mundial sufre graves problemas de salud en comparación con las personas que viven en posiciones más privilegiadas? ¿Cómo podemos entender mejor la distribución de los recursos sanitarios, las diferencias abismales que existen en la incidencia del VIH/Sida o en las tasas de mortalidad a causa del embarazo? El colectivo Worldmapper ha encontrado una respuesta para este reto: las imágenes. Vivimos rodeados de representaciones icónicas, incluso inundados. Pero el impacto visual sigue siendo efectivo, especialmente si nos rompe los esquemas que estamos acostumbrados a ver. La imagen puede tener mucha más fuerza que los datos, las cifras, las palabras y las argumentaciones. Además, las investigaciones científicas demuestran que “el sistema visual humano está mucho mejor equipado para juzgar los valores relativos de los objetos por el tamaño del área que ocupan, que para trasladar sombras de color a valores estadísticos y, después, imaginar lo que implican”, explica Danny Dorling. Personas, no territorios “Las imágenes pueden ser una forma de enganchar a nuestra imaginación para ayudarnos a entender la magnitud y el arraigo que tienen las desigualdades en el mundo”. Esta es la convicción que ha impulsado el proyecto Worldmapper, en el que se integran el profesor Dorling y un grupo de investigación sobre desigualdades sociales y espaciales de la Universidad de Sheffield (Reino Unido), junto con Mark Newman, del Centro para el Estudio de los Sistemas Complejos en la Universidad de Michigan (EE.UU.). A lo largo del año pasado, este equipo de investigadores ha trabajado para reescalar el mapamundi según distintos valores del Índice de Desarrollo Humano del PNUD. Se trata de indicadores que miden el grado de pobreza de los países en sus diversas facetas: falta de educación, problemas de salud, desigualdades económicas, etc. Para trasladar dichos datos al planisferio se han basado en un sistema ideado por el profesor Mark Newman que permite, a través de un programa informático, mostrar un área de terreno dibujada en proporción a un valor estadístico. El programa diseñado por el investigador estadounidense redibuja los mapas en función de los datos estadísticos y, al mismo tiempo, minimiza la distorsión de la superficie real, eliminando la posible arbitrariedad que se le podría atribuir a una representación de este tipo. El primer mapa que elaboró el profesor Newman fue el “Nuevo Planisferio de Población”, publicado en 2006 por la revista científica Nature. Este mapamundi mostraba los países en proporción a su población real, para hacer visibles a los seres humanos más allá de los territorios que ocupan. La malaria, un problema humano A partir de ahí comenzó la tarea del colectivo Worldmapper, que ya ha elaborado 365 mapas temáticos y tiene otros 100 proyectados para este año. Bajo la coordinación de Danny Dorling, han reescalado los planisferios para mostrar cómo sería la distribución territorial de los tres millones de bebés que mueren en su primera semana de vida o los millones de personas que viven con el VIH/Sida. También han reflejado las áreas de territorio de forma proporcional al presupuesto invertido en salud pública y privada o en función de la cantidad de personal médico disponible en cada país, por mencionar tan sólo algunos ejemplos. Un caso que el profesor Dorling destaca especialmente es el de la tasa de prevalencia de la fiebre palúdica. Decenas de millones de seres humanos se contagian cada año de la malaria, una enfermedad cuyas dimensiones reales son desconocidas para la opinión pública, especialmente en los países occidentales. “Es sencillo –señala el investigador británico– si las tasas de paludismo se dibujan proporcionalmente en un mapa de población equitativo, al menos ese mapa podría dar una idea del número de personas que corren riesgo de contagiarse de malaria”, aunque sea una enfermedad endémica tan sólo en una extensión reducida del planeta. Esto puede ser de enorme utilidad a la hora de tomar conciencia del problema que supone para la población de los países empobrecidos del Sur, porque “el paludismo afecta a las personas y no a los territorios”. Herramienta para el desarrollo Para impulsar la difusión del trabajo de Worldmapper y su utilización en actividades de sensibilización, la mayoría de los mapas pueden ser descargados de forma gratuita en su página web (www.worldmapper.org). Además, la mayor parte de ellos también se encuentran disponibles en formato póster, para su uso didáctico, acompañados de estadísticas, una breve explicación y un pequeño texto que ayuda a reflexionar sobre el tema reflejado en el planisferio. Tal vez se pierdan en el mar de imágenes en el que estamos sumergidos. Quizá sea sólo una pequeña contribución para crear una mayor conciencia de la pobreza, la desigualdad y las injusticias que sufren millones de seres humanos. Pero el proyecto Worldmapper es, sin duda una apuesta por la humanización de la geografía y la estadística, al tiempo que una herramienta para fomentar el desarrollo humano sostenible; porque “un mundo desigual tiene más posibilidades de ser un mundo enfermo”.