VIAJE A GUINEA: Tiempo para la justicia y la entrañabilidad

Del 28 de marzo al 7 de abril, José Carlos Bermejo y Cristina Muñoz, Director del Centro San Camilo y responsable de enfermería del mismo, han desarrollado en Guinea Ecuatorial diversas acciones formativas, proyectos humanizadores y diversos encuentros, organizados por la Fundación de Religiosos para la Salud. Y es que en Guinea, la FRS tiene su proyecto más significativo y voluminoso.

Desde hace varias décadas, un grupo de comunidades religiosas de diferentes instituciones y cada vez más seglares, cooperan en el ámbito de la salud. Primero estuvieron en los hospitales, ahora en los puestos de salud de atención primaria, intentando ayudar a reforzar los recursos locales. La presidenta de la Fundación, junto con el Director, tras una visita, pensó que era oportuno alguna acción formativa no técnica, sino centrada más bien en la consolidación del equipo y el cuidado del cuidador. Ese fue el punto de partida. Al llegar a las ciudades de Malabo y Bata, José Carlos Bermejo y Cristina Muñoz encontraron un país muy necesitado de que los servicios sociales y de salud se refuercen y gestionen con recursos locales –humanos y materiales- La falta de agua en hospitales, la escasa preparación de muchos profesionales, son un gran reto. Objetivos humanizadores Uno de los objetivos del viaje era aportar claves de humanización de la salud y de la asistencia sanitaria como parte de una misión de cooperación. Según Bermejo, a dicho objetivo se ha contribuido humildemente. Muy bien, a juzgar por los participantes. Hay temas que son urgentes, como por ejemplo la humanización de la sexualidad, así como la gestión de los sentimientos y los valores para crecer en transparencia, en igualdad hombre-mujer. No es menos importante la motivación y la pasión por el cuidado en la vulnerabilidad con actitud de responsabilidad. Son claves muy importantes para que un país se ocupe con humanidad de sus personas necesitadas. En cuanto a la humanización de la sexualidad, por ejemplo, hay temas relacionados con este, como son el consumo de alcohol, la dignidad de la mujer, la información sobre el VIH, el acceso a los fármacos, la poligamia. Todos ellos han de ser repensados para diseñar programas de humanización. En las dos actividades formativas participaron 48 personas, de diversos perfiles profesionales. Desde religiosas (fundamentalmente enfermeras) hasta directivos de programas de salud, auxiliares, así como algunos médicos y otros técnicos del programa de la Fundación. Una parte de ellos son españoles cooperantes y otros locales. Además, de las nociones teórico-formativas, hubo diversas reuniones con el equipo de FRS en Guinea, la grabación de un programa para Radio Nacional de Bata…La estructuración del tiempo fue excelente, nos dice Bermejo, gracias a la buena organización del equipo técnico de FRS en Guinea. “El coordinador (Daniel Cobos) es un artista en la gestión del tiempo y eso facilita que unos días puedan dar mucho de sí”. Cuidados para el cuidador Otra de las actividades del equipo que viajó a Guinea fue visitar a las comunidades religiosas que allí luchan diariamente. Las herramientas para motivar, apoyar y cuidar al profesional sociosanitario en cooperación al desarrollo fueron obvias, pero no por ello menos importantes: escuchar las preocupaciones, los desánimos, reclamar los valores fundamentales de fondo, compartir la pasión por el ser humano, reforzar y reconocer el bien hecho bien. “Todos necesitamos reconocimiento y refuerzo. Quien está en la distancia, quizás es poco visitado, quizás la cotidianeidad genera rutina y soledad… recibe de muy buen grado una visita que refuerza”, apunta el Director del CEHS. Valores universales al alcance de la mano Del profesional al enfermo…para humanizar la asistencia al enfermo, al niño y al anciano, el camino es claro: impregnándola de los valores genuinamente humanos. “Nosotros, como religiosos camilos y colaboradores del Centro, entendemos que el valor de la responsabilidad, el uso correcto de los recursos, la distribución adecuada de los mismos, las relaciones basadas en el respeto (como profesionales y en general), la capacidad de ponerse en el lugar del otro… Estas propuestas son universales. Y no fallan. Reclaman justicia, promoción de la dignidad humana, entrañabilidad”. Finalmente, ante la pregunta de qué se han traído estos compañeros humanizadores en la “maleta del corazón”, Bermejo nos revela que “el corazón se expande y se encoge a la vez. Se expande al ver la naturaleza tan hermosa, la abundancia de niños y su sonrisa y espontaneidad, el aprecio de las iniciativas que tienden a mejorar. Se encoge al experimentar en primera persona el abismo existente entre los pueblos desarrollados (pocos) y los que estamos explotando (muchos) con dinamismos variados y que tienden a crear dependencia y sumisión. En mi corazón se refuerza el convencimiento de la urgencia de trabajar por la justicia y el compromiso por seguir realizando algunas iniciativas que, a mi juicio, pueden seguir contribuyendo a construir un mundo más humano. En este momento me siento particularmente preocupado por la difusión del VIH y comprometido en realizar alguna actividad para promover la prevención”.