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"Abuso y violencia en la medicina"

Este es un tema recurrente en la atención sanitaria. Muchas veces se produce de una manera tan sutil que no es percibida por ninguno de los actores, hasta que alguien da la voz de alarma por sentirse agredido en esta relación. Como escribí en el número 154 de Humanizar, este sentimiento de agresión inició la doctrina del consentimiento informado.

 

¿Qué ha pasado desde entonces hasta ahora? Por un lado, la introducción del consentimiento informado no se ha implantado tanto como se esperaba y continúa generándose cierto abuso de poder frente a la necesidad del tratamiento o el diagnóstico. Y por otro lado, un notable incremento de la agresividad en la relación asistencial desencadenando, en no pocos casos, violencia.

 

Abuso y violencia sanitaria

Podemos establecer que hay una correlación entre el abuso y la violencia. Como expone María Moliner en su diccionario, se trata de una acción injusta con que se ofende o perjudica a alguien, también indica que violentar es forzar a una persona, en cualquier forma hacer cosas que no hace con gusto consistente en la utilización de la fuerza y no basado en la ley o la justicia.

 

Se pueden establecer tres escenarios de violencia, el social que proviene del mismo concepto de salud y enfermedad o de cómo se configuran los sistemas para dar respuesta a las necesidades de salud de las personas; un segundo escenario es el que se da entre los compañeros u otros estamentos asistenciales, y el tercero es el que se da con los pacientes.

 

  • Escenario social

La salud y la enfermedad son un binomio en los que se basa toda la atención sanitaria, pero a lo largo del tiempo no siempre han estado, ni están bien identificados. Solo con echar un vistazo a la salud mental podemos identificar cómo la definición ha ido cambiando con el tiempo, normalizando la situación y evitando las estigmatizaciones. Como botón de muestra traigo el cambio de denominación en la Constitución Española de minusválidos a discapacitados. En la base del cambio está la discriminación y por tanto el sentimiento de ser violentados.

 

  • Escenario profesional

En el escenario profesional también se ejerce la violencia, por intromisión en la intimidad personal, manifestada en el acceso a las historias clínicas de compañeros. Violencia, que en ocasiones, también ha tenido contenidos sexuales. El escenario profesional tiene en la autoridad o jerarquía uno de los puntos de manifestación de violencia, órdenes dadas sin criterio, salvo el de la autoridad de quien las dicta, cambios de actividades o puestos sin justificación, sobrecarga en las actividades u horarios más penosos sin justificación salvo el castigo o menosprecio a la persona. En definitiva el abuso de autoridad.

 

  • Escenario asistencial

El que se da con los pacientes, siendo el paternalismo una sutil causa. Así, desde una acción que el sanitario, desde su óptica, considera beneficente, el paciente lo percibe como una intromisión no deseada o como una agresión a su persona.

 

Desde hace un tiempo se está poniendo en el ámbito de esta reflexión la llamada violencia obstétrica. Es una cuestión muy controvertida y no universalmente reconocida, pero según un estudio del año 2021, lo experimenta, en España, un 67,4%. Esta violencia es expresada como maltrato físico, humillación y abuso verbal. La preocupación por el bebé también es de la madre y determinadas conductas y expresiones pueden generar más angustia en la gestante que puede tener repercusión negativa en el desarrollo de ese nuevo ser. Ser respetuoso con la madre también supone preservar la integridad del bebé. En la preservación y viabilidad de esta nueva vida se utilizan medios instrumentales, algunas veces agresivos, pero habrá que valorar detenidamente en cada caso su necesidad. Sin entrar en más detalles, ¿se justifica el alto número de cesáreas, que no deja un procedimiento instrumental, agresivo y que puede conllevar riesgos para la madre y el nasciturus?

 

Violencia en la investigación (¿de género?)

Es cierto que el conocimiento en las áreas científicas se alcanza con la investigación, que supone la búsqueda de respuestas a las preguntas asistenciales. En general, la captación de sujetos de investigación se hace anteponiendo el interés por la investigación a la libertad y autonomía de las personas a participar, llegando, incluso, a cierto tipo de coacción para forzar a la participación.

 

El objeto de investigación también puede ser foco de análisis en cuanto a lo investigado. Cuando no se tiene en cuenta la perspectiva de género en las investigaciones y se trasladan los resultados de la investigación en los varones a las mujeres, sin tener en cuenta los elementos diferenciadores, puede ser, y, de hecho se experimenta como violencia contra la mujer, es una invisibilización de la mujer y de su atención sanitaria. Hay más mujeres con enfermedades cardiovasculares que varones, pero la investigación se sigue centrando el género masculino. En este sentido conviene leer el libro de Carme Valls Llobet Mujeres invisibles para la medicina, que desvela las claves de este problema.

 

De estos polvos estos barros

Una de las consecuencias de lo visto en este artículo es la reciprocidad, la acción-reacción. Pruebas tenemos en el incremento de las agresiones a los sanitarios en todos los niveles asistenciales. Es cierto que hay un ambiente socialmente crispado y también muy polarizado, lo que genera la reacción desmedida.

Es difícil cortar estas reacciones si no somos capaces de generar un ambiente de serenidad, de diálogo, de deliberación, y sobre todo de consideración exquisita a la persona a la que estamos atendiendo.

 

Como sanitarios trabajemos un acercamiento empático, de escucha, próximo, que dé calor a la relación. Esto nos permite jugar en ese plano de igualdad que nos lleva a la humanización en nuestra atención sanitaria.