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"El ocio saludable"

Tensión-relax, cansancio-descanso, sufrimiento-alegría, sueño-vigilia, cuidar a los demás-cuidarse a uno mismo: la clave del bienestar físico y mental es el equilibrio y el ocio juega un papel fundamental en su consecución.

El ser humano es un ser psicológico, espiritual y material y necesita recuperarse del desgaste diario. Así está previsto por la naturaleza y por eso existe el sueño”, explica a “Humanizar” el profesor Fernando Sarrais, psiquiatra de la Clínica Universitaria de Navarra, donde imparte clases de psicología de la personalidad y social, y autor entre otros del libro “Aprendiendo a vivir: el Descanso”. Sin embargo, el descanso fisiológico no es suficiente, porque además del desgaste de energía es necesario compensar “el sufrimiento” que produce la vida y que acompaña al esfuerzo y produce tensión.

Y eso se hace despierto, mediante el disfrute a través de una serie de actividades: es el turno del ocio. El ocio para el encuentro con uno mismo; para canalizar valores, gustos e intereses fuera de condicionamientos y como espacio de desarrollo de la personalidad: así lo ve Fabio Echeverría Arroyo, coordinador del proyecto “Otra forma de moverse” del Ayuntamiento de Alcalá de Henares, que lleva 15 años ofreciendo ocio alternativo para jóvenes y se ha consolidado como uno de los principales de la Comunidad de Madrid.

 



Por Raquel Miguel

 



El ocio a través del tiempo y las culturas

 



El ocio es un derecho natural inherente a la naturaleza humana que sin embargo no se ha reconocido por igual a lo largo de los tiempos y de las culturas. En Occidente, las horas de trabajo se han reducido considerablemente, especialmente en el último siglo, y se ha reconocido más tiempo libre para el ocio y el descanso. “Antes era impensable tener el fin de semana libre completo e incluso ahora se tiende a tomar también la tarde del viernes”, explica el profesor Sarrais.

Sin embargo, pese a que se ha logrado reducir el número de horas de trabajo obligatorias, el tiempo libre conquistado se ve amenazado en la sociedad actual por el aumento del trabajo forzado por la necesidad de competir con los demás y de ser productivo y competitivo, lo que lleva a trabajar más de lo estipulado y necesario, advierte Sarrais. Pese a todo, “no hay una crisis del ocio en Occidente en comparación con otros países, sobre todo asiáticos, como Japón, China, India o Singapur, países emergentes con muchísimas horas de trabajo y mano de obra muy barata”.

Sin embargo, el profesor advierte que no siempre es correcta la contraposición entre trabajo con una visión negativa y el ocio como conquista, especialmente en un momento delicado en que una gran parte de la sociedad española carece de empleo. “Los ciudadanos desempleados tienen mucho tiempo libre, pero no están en condiciones psicológicas para disfrutarlo”, matiza Sarrais. Y en otros pocos casos afortunados, el trabajo es también sinónimo de disfrute. Por eso, insiste, la clave está en el equilibrio, teniendo en cuenta distintos tipos de trabajo y personas.

 



Consecuencias de la falta de ocio

 



Las consecuencias de un descanso o disfrute insuficientes son psicológicas pero pueden tener también repercusiones físicas, con peligro de conductas adictivas y de conflictos sociales. “El desgaste psicológico provoca estrés que puede llevar a la depresión, algo que repercute en los demás, porque se transmite malestar, las emociones negativas se contagian”, explica Sarrais. Además, el cansancio consecuencia de una tensión permanente puede explotar con enfermedades psicosomáticas, como molestias gástricas, eccemas, picores, dolor de cabeza o espalda... y puede liberarse con conductas que pueden ser peligrosas para el organismo o incluso adictivas. “Es el caso de las conductas de liberación o escapismo, como juegos patológicos, compras compulsivas, comer en exceso... o adictivas como el consumo de drogas, alcohol o tabaco”. A lo que se añaden los conflictos sociales por la irritabilidad y frustración e incluso la tendencia a la violencia verbal o a la confrontación interpersonal.

 



Educación en ocio saludable

 



Para evitar esas tendencias han nacido en los últimos tiempos una serie de iniciativas. Es el caso del proyecto “Otra forma de moverte”, creado en 1998 por el Ayuntamiento de Alcalá de Henares en Madrid como reacción a la práctica del botellón y para trabajar en la prevención del consumo de alcohol, drogas y prácticas sexuales de riesgo, que fomenta la educación en el ocio saludable y una alternativa al ocio más consumista, ofreciendo otras opciones de compartir y divertirse y un espacio gratuito para hacerlo.

“El programa destinado al conjunto de los jóvenes, pretende trabajar la sensibilización y concienciación y evitar conductas de riesgo mediante una prevención entendida no como censura sino como toma de conciencia”, explica su coordinador general Fabio Echeverría Arroyo.

Y para ello son los propios jóvenes de los que parten las iniciativas. El programa coordina más de 42 asociaciones juveniles que son quienes realizan las propuestas que pasan por una comisión de actividades. Así, a los jóvenes se les proporciona un espacio propio en el que no están guiados por adultos, explica Echevarría. “A veces los jóvenes rechazan los lugares más impositivos y necesitan un espacio de creación, innovación, para inventar y arriesgarse”. Y eso es lo que les ofrece “Otra forma de moverte”, con el apoyo de instituciones públicas pero siempre respetando sus propios deseos.

 



El ocio para incentivar valores

 



Pero el ocio para el descanso, el disfrute y la diversión puede aprovecharse también para incentivar valores como el respeto, la no discriminación o la solidaridad, apoyando iniciativas de ONG, mediante la participación de ciudadanos con pocos recursos, etc, explica Echevarría. De ahí que el programa suela acompañar también eventos determinados o semanas temáticas, colaborando con fechas conmemorativas como el Día Mundial de la Mujer, el Día Mundial sin Tabaco o Alcohol, la Semana de la Juventud, de la Salud, etc. Es el caso también de la Semana de la Solidaridad que se celebró a finales de mayo, con actividades como la gymkana “Rincones del Mundo”, un futbolín humano, un taller de cariocas y de mensajes por la paz, una exhibición canina, barra de cócteles o la actuación de Dj King Deza, además del mural “La solidaridad vista por los jóvenes”.

Y es que la mejor forma de incentivar estos valores es practicando el ocio colectivo, el ocio social. “El ser humano disfruta más cuando hace algo que le gusta en compañía de gente que le quiere y que también disfruta con él. Necesitamos cariño, disfrutar con gente que nos quiere y nos contagia la alegría”, cuenta Sarrais. Pero también advierte: el ocio social debe acompañarse de forma equilibrada con el disfrute de ocio individual, para no desarrollar una relación de dependencia excesiva a la hora de descansar, algo que resta libertad. Por eso es necesario realizar también actividades de ocio en solitario, como la lectura o la música.

“Hay que estar a gusto también con uno mismo para poder quererse. El ocio en solitario incentiva la aceptación, el conocimiento y evita el conflicto continuo con uno mismo que tanto desgasta”. En los últimos tiempos se ha promovido la calidad de vida y se ha estimulado la práctica del deporte y de actividades saludables físicas y psicológicas. “Es necesaria una educación e información sobre ocio y que los poderes públicos faciliten su práctica con la creación de infraestructuras para ello y otros programas”. Sin embargo, Sarrais advierte del peligro de poner el ocio y disfrute en manos de los demás e insiste en que es el mismo ser humano el que debe ejercer la sensatez y llevar una vida personal equilibrada.

 



Conclusión: el ocio a diario

 



Los expertos recomiendan hacer todos los días algo agradable para compensar lo desagradable, hacer cosas que nos gusten, relajen y nos hagan disfrutar como antídoto al cansancio y al sufrimiento. Y cuando sea posible, dedicar un tiempo más largo al ocio, por ejemplo los fines de semana o en vacaciones. “Es importante practicarlo todos los días del año, aunque sea en pequeñas dosis, porque si no sabemos hacerlo en el día a día, difícil será relajarnos y disfrutar sólo en vacaciones”, señala Sarrais. Todo en aras de hallar un equilibrio físico y mental, individual y social, de disfrutar con los demás y fomentar la convivencia y la solidaridad, pero también de disfrutarnos, querernos y conocernos también a nosotros mismos.