Revista Humanizar

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"Convertir la salud en un negocio es inhumano"

Apasionado por transformar la “pastoral de enfermos” en “pastoral de la salud”, José Antonio Pagola, referente en teología, inauguró las XIX Jornadas de Humanización en el CEHS ante casi 300 personas, apostando por la “recuperación de las bases antropológicas y éticas de la sanación integral.



Por Redacción

 


¿Por qué podemos afirmar que Jesús es un “humanizador de la salud”?

Jesús vive totalmente entregado a hacer la vida más humana, pues vive abriendo caminos al Proyecto de Dios, que quiere un mundo más digno, más humano y más dichoso para todos. Desde esta actitud básica orienta también su actividad sanadora. Señalo algunos rasgos:


•    Se acerca a los enfermos en una actitud de servicio y disponibilidad total: cura de manera gratuita, no busca otro interés. En la raíz de su actuación hay un “amor sanador” que es preocupación real por el sufrimiento del enfermo y voluntad decidida de hacer su vida más digna y más humana.
•    Busca siempre el encuentro personal con el enfermo esforzándose  en transmitirle su confianza radical en un Dios, amigo de la vida, y trata de despertar en él su potencial sanador ayudándolo a caminar desde su propia responsabilidad hacia la salud.
•    Para Jesús, la salud no consiste  solo en la eliminación de un problema orgánico o la solución de una disfunción física o psíquica. Jesús no es propiamente un curador de enfermedades, sino un curador de la vida. Busca siempre sanar a la persona entera desde su raíz, liberándola del mal que bloquea su vida, reconciliando a la persona consigo misma, con los demás y con Dios, sanando su culpabilidad,  encaminándola  a afrontar su futuro de manera más responsable,  devolviéndola  a la convivencia...


El Papa Francisco recientemente ha afirmado que “El sufrimiento no es un valor en sí mismo, sino una realidad que Jesús nos enseña a vivir” ¿Cómo vivir la enfermedad en cristiano?
Antes que nada, el cristiano ha de esforzarse por evitar ante la enfermedad actitudes poco sanas y poco cristianas: la rebelión que lleva al agotamiento y la desesperanza; la angustia que intensifica el sufrimiento;  el aislamiento que encierra al enfermo en su propio dolor, la falsa culpabilidad,  la autocompasión y el exhibicionismo de la propia enfermedad...

Desde su fe en Jesús, el cristiano se pregunta qué quiere ser y qué quiere vivir en esa enfermedad. No busca rápidamente en su mal un castigo de Dios o una prueba. Tampoco se dedica a hacer méritos  ante él. Acepta el sufrimiento inevitable en comunión con el Crucificado y lucha por recuperar la salud. Y luchar es a veces, orar, pedir fuerzas a Dios, sentirlo cerca, exponerle nuestras quejas... Pero, lo que caracteriza al enfermo cristiano es, sobre todo,  la comunión con el Crucificado. Desde esa actitud, vive la enfermedad confiando en el Padre y solidarizándose con los que sufren. Vivida así, la enfermedad puede ser la experiencia existencial en la que podemos vivir con más verdad nuestro amor confiado al Padre y nuestro amor solidario a los hermanos

¿Habría que reivindicar el servicio de acompañamiento espiritual como un derecho de todos los pacientes creyentes?
Sin duda alguna. No se trata de pretender una atención privilegiada a los miembros de una confesión religiosa, sino de reivindicar el derecho de todo enfermo, cualquiera que sea su visión religiosa o su actitud ante el sentido último de la existencia, a ser respetado y atendido en sus demandas de orden espiritual y trascendente. Suprimir el servicio del acompañamiento espiritual no es un avance progresista, sino un retroceso humano.

Cómo creyentes ¿debemos tomar partido ante los “recortes” del sistema sanitario español?

Los creyentes hemos de estar muy atentos a las graves consecuencias que la crisis económica va a seguir provocando en el campo de la salud y tomar partido a favor de la equidad y la digna atención a todos los enfermos (recortes, exclusión del sistema sanitario de los inmigrantes en situación irregular, deterioro grave de servicios básicos, desatención a enfermos marginados...) Hemos de luchar contra la privatización de la salud. Considero un grave retroceso humano convertir la salud en negocio.

En un mundo con importantes avances técnicos de la medicina, ¿qué puede aportar la Iglesia en el sistema sanitario?

La medicina tecnificada y ultra especializada de nuestros tiempos está pidiendo una revisión permanente, para que no se olvide de poner todo ese  magnífico potencial al servicio de la persona humana, atendiendo todas las dimensiones del ser humano, no sólo la biológica, también la  psicológica, la espiritual, la social...Yo veo a la Iglesia contribuyendo, junto a otras instituciones sociales y políticas, a mantener siempre viva la atención a la salud integral de las personas, humanizando el acto médico, la relación con los enfermos, las estructuras sanitarias y, sobre todo, la atención a los enfermos más necesitados y abandonados.