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Construir un futuro esperanzador a través de la salud en Calcuta

Cada día desde hace más de cincuenta años se lleva a cabo la tarea de humanizar de la salud en un pequeño-gran centro médico situado en Pilkhana, uno de los barrios más empobrecidos del área metropolitana de Calcuta. En esta megalópolis india –donde se estima que viven cerca de 15 millones seres humanos– la densidad de población es de 24.000 personas por km2. La magnitud de ese dato sólo puede entenderse si lo comparamos con un ejemplo cercano, el Barrio del Pilar en Madrid –uno de los más densamente poblados de Europa–, donde viven 340,65 personas por km2. En el suburbio que inspiró la famosa novela de Dominique Lapierre “La ciudad de la alegría”, las familias viven hacinadas en habitáculos de apenas seis o siete metros cuadrados, sin acceso directo al agua potable y en condiciones de higiene mínimas.

“Colores de Calcuta”

A causa de esta realidad, los problemas de salud se multiplican y las dolencias más sencillas, como una infección en la piel o una simple otitis, tienen un riesgo enorme de agravarse y derivar en complicaciones más graves. Por eso en un barrio como Pilkhana el papel de un centro médico es fundamental para garantizar el derecho a la salud desde la base. La fundación española Colores de Calcuta impulsa el funcionamiento de este proyecto en colaboración con la ONG local Seva Sangh Samiti (que en bengalí significa Organización de Ayuda Mutua).

Esta organización india, enraizada en el barrio y gestionada por población local, fue fundada por el padre François Laborde, el personaje que inspiró a Lapierre en su best seller. Al llegar a la zona, la extrema pobreza que se encontró supuso un revulsivo para su vida. Tal y como explica la directora de Colores de Calcuta, María de Mens, a partir de ese momento el sacerdote francés se instala allí e “impulsa que se organicen para mejorar sus condiciones de vida”. Al principio formó un pequeño comité integrado por habitantes del barrio, que se estableció como asociación en 1968 y que poco a poco fue creciendo y desarrollando distintos proyectos.

Salud y educación

Desde 2007 el centro médico se ha visto fortalecido gracias al trabajo del equipo de Colores de Calcuta. Las áreas de acción prioritarias que detectaron en Pilkhana eran claras: salud y educación. “Son las necesidades que definieron y siguen definiendo los habitantes de la comunidad: salud para poder trabajar y educación para que sus hijos puedan transformar sus vidas y tener un futuro diferente”, subraya de Mens.

A la llegada de la ONG española el centro atravesaba dificultades que hacían peligrar su continuidad. Sólo quedaba un doctor, no tenían medicación, el edificio estaba en una situación precaria… “Nos encontramos un centro que estaba muy integrado en el barrio y que llevaba funcionando muchos años dando atención primaria, servicios de primera necesidad de salud”. En el distrito de Howra, al que pertenece este suburbio, existen dos hospitales públicos y una red muy precaria de centros de vacunación, pero no son suficientes para atender las necesidades de la población. A esto se suma la falta de información en la población sobre los servicios a los que pueden tener acceso: el analfabetismo y la burocracia alejan a las personas de este tipo de instituciones médicas. “Hay servicios que existen pero la gente no los conoce”. Así, el centro médico desarrolla una labor de divulgación y de acompañamiento. “Tenemos un centro estable, donde la gente puede venir cuando está enferma, pero además conocemos los recursos públicos que hay para que la persona pueda acceder a ciertos tratamientos”.

Necesidades no cubiertas

Un ejemplo es el programa de tuberculosis, una de las grandes epidemias en la India, definida como tal para el gobierno central del país. “Existe una campaña pública y un programa de control, pero no tiene suficientes centros como para que eso llegue a la gente, entonces cuentan con centros como el nuestro para acercar a la población ese programa”.

Así, han ido detectando las necesidades que no están cubiertas por los servicios de salud públicos y han ido ampliando el centro para ofrecer diferentes especialidades. De esta forma han pasado de tener apenas atención primaria y pediatría a contar con un equipo de más de 50 profesionales locales y a ofrecer además servicios de ginecología y obstetricia, neumología, fisioterapia, odontología, oftalmología, optometría, otorrinolaringología y dermatología, además de una farmacia que facilita el acceso a la medicación necesaria.

Esto permite atender a más de 25.000 consultas al año, además de desarrollar una labor de prevención que resulta imprescindible. Además, dan apoyo para financiar prestaciones como gafas, audífonos, artículos de ortopedia, prótesis dentales o sillas de ruedas, lo cual supone una drástica mejora de la calidad de vida de muchas personas.

El círculo vicioso de la pobreza

Otro de los proyectos cuyos efectos se palpan más en la población es el programa de desnutrición que se lleva a cabo desde el centro. “Un niño con desnutrición en sus primeros años, tiene riesgo de morirse y, si consigue sobrevivir pero ha sufrido desnutrición entre media y severa va a ver afectado su desarrollo, incluyendo su desarrollo cognitivo y si eso no lo abordamos, en el colegio tendrá dificultades de aprendizaje”. Se desencadena así el círculo vicioso de la pobreza: “no desarrollará sus capacidades, tendrá fracaso escolar, muy probablemente abandonará los estudios y no podrá acceder a un trabajo digno”. Por eso es importante acompañar todo el proceso, desde el embarazo, “trabajamos con la madre primero para prevenir que el bebé no nazca con desnutrición y, si es así, tratarlo en esos primeros años para paliar las consecuencias a futuro”.

La labor integral del centro es importantísima, “porque no se trata sólo de un problema de salud, es un problema de desarrollo, porque esos niños y niñas serán los adultos del futuro, que habrán podido desplegar su potencial”. En un país como India, potencia emergente cuya economía está despegando en áreas punteras como la tecnología y la ciencia, la clave está en reducir la desigualdad. Se trata de construir futuro y que dentro de 20 años –o incluso antes– “las personas que están excluidas del desarrollo tengan la oportunidad y las herramientas para incorporarse al crecimiento del país”, concluye María de Mens.

 

Más información: https://coloresdecalcuta.org/