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Soñando Desierto: Hermanarse para vencer el miedo a lo desconocido

El modelo de hermanamiento -la existencia de personas de enlace en el país de origen que conozcan en profundidad el destino y ayuden a superar esas barreras- puede cambiarlo todo y hacer posible una inmersión más plena en culturas que parecen lejanas, aunque estén muy cerca. Como Marruecos.

 

Beatriz Villena lo sabe bien. “Antes viajaba más limitada, poniéndome la mano alrededor los ojos, mirando al frente en lugar de a todas partes, yendo a un sitio y conociéndolo según lo que me contaban otros”, cuenta en entrevista con HUMANIZAR. Hasta que hizo un primer viaje en solitario a Marruecos que lo cambió todo. “Antes no sabía salir sola y de repente me encontré caminando por las calles en un país que ya conocía de antes, pero que aun así me provocaba una sensación de pérdida y desconcierto. Y entonces empecé a vivir otro Marruecos. De repente descubrí no solamente otros sitios, sino otra forma de vivir ese viaje. De vivirlo realmente. De empaparme”.

 

La trabajadora social madrileña no se guardó ese descubrimiento para ella sola, sin que quiso que otras personas de su entorno pudieran compartir esas sensaciones. Y encontró la fórmula perfecta: servir de enlace a amigos marroquíes para organizar viajes desde España, atendiendo a personalidades y sensibilidades muy distintas para ayudar a vencer esas barreras internas. Un proyecto que bautizó con un nombre sugerente e inspirador: “Soñando desierto”.

 

El viaje como encuentro

Para Beatriz, viajar es mucho más que un recorrido físico. “Es un encuentro conmigo misma, es como sacar a bailar mi esencia”, cuenta. “En el día a día vamos corriendo, sin pararnos a pensar demasiado las cosas. Pero cuando viajas todo se para para abrir los ojos (…) para reencontrarme conmigo misma y para dejar que toda la belleza penetre”.

 

Hay muchas formas de viajar y todas ellas son válidas. Lo importante es que cada uno encuentre la manera en la que se sienta a gusto. Beatriz opta por alternativas que permiten salirse del camino predeterminado y de la organización excesiva. Para “dar margen al descubrimiento, a descubrir por ti misma y a conocer cosas que de otra manera te hubieras perdido, para dejarte llevar. Y ahí surge la oportunidad de mezclarte realmente. Porque viajar es empaparte de otras culturas desde dentro y crecer”, afirma.

 

Una pasión por otras culturas que, aunque comparte con otros destinos como países asiáticos, es especialmente intensa con Marruecos.

 

Un idilio con Marruecos

Quizá tuvo algo que ver que el primer viaje al extranjero de su vida fuera a otro país árabe: Túnez. “Allí me descubrí absolutamente enamorada de una cultura que desconocía, pero que sentía que conocía de toda la vida”, asegura. La música, la gente, la comida, las miradas, las sonrisas y esa hospitalidad tan característica fueron aspectos con los que se reencontró tiempo después en Marruecos, donde viajó por primera vez en 2008, cuando tenía sólo 25 años. “Todo me era muy desconocido por lo diferente, y a la vez muy familiar por lo emocional. Tuve claro que me sentía en casa”.

 

Tras ese primer viaje siguieron otros, hasta que llegó esa aventura en solitario en la que sintió una euforia inexplicable y unas ganas enormes de trabajar en Marruecos. Entonces conoció al dueño de una agencia de viajes que le enseñó en qué consistía el hermanamiento entre países y le propuso colaborar. Se trata de que una persona en el país de origen sirva de enlace a un agente de viaje de destino para llevar a gente, “de ofrecer la verdadera cultura marroquí con la base que te pueda dar alguien de tu país”, explica.  Ese enlace, al ser de la misma nacionalidad de los visitantes, ayuda a vencer miedos y desconfianzas y a abrirse a la experiencia.

 

Aquella cooperación no prosperó, pero fue el germen de Soñando Desierto. A raíz de conocer la idea, Beatriz empezó a organizar viajes para sus familiares y entorno cercano. Y el proyecto se gestó en firme en el que hizo con sus padres. Entonces conoció a Brahim Bouchedor, que le enseñó más en profundidad las posibilidades y también limitaciones de la geografía marroquí. Después de ese viaje organizó muchos otros, ella haciendo de soporte desde España y transmitiendo seguridad y tranquilidad a los visitantes.

 

Cuando Brahim dejó el proyecto, Beatriz lo continuó con otros dos amigos: Mohamed Boumia y Othman Khalloufi, que son ahora sus principales contactos en Marruecos. Dos agentes con caracteres diferentes que Beatriz también tiene en cuenta a la hora de viajar.

 

Viaja lo que eres

Porque Beatriz ofrece mucho más que un viaje sin barreras o prejuicios. Antes de cada viaje, habla largo y tendido con cada uno de los visitantes para ofrecer un viaje desde el interior, “para ofrecer lo que eres y lo que buscas”, asegura. Una habilidad innata, combinada con sus conocimientos en psicología y su actividad como trabajadora social le permiten captar la sensibilidad de los viajeros y ofrecerles la mejor opción: tanto de viaje en sí como de la persona a la que les encomendará en Marruecos.

 

El viaje está siempre muy condicionado con la persona que te acompaña 24 horas. “Es muy importante que haya feeling por las dos partes”, asegura. Por eso, habla con los viajeros y una vez los conoce, les asigna a uno de sus contactos marroquíes, atendiendo a la personalidad de todos ellos.

 

El mismo diálogo sirve para diseñar distintos tipos de viaje en función del visitante: la idea del viaje, su presupuesto y su sensibilidad condiciona un recorrido por la montaña, el desierto o la costa. Pero lo más importante: transmitir seguridad y eliminar prejuicios, algo que no siempre es sencillo.

 

“Cuando hablo con la gente me encuentro que tienen miedo, prejuicios e incluso hay mucho racismo”, asegura. Y esa es la mayor barrera para sumergirse en otra cultura.

 

Fe ciega y sueños de desierto

Superar barreras es el objetico central de Soñando Desierto, un proyecto en el que Beatriz tiene fe ciega y de cuyos avances ha sido testigo directa. “He visto muchas resistencias y gente reacia que luego ha experimentado cambio brutal. Hay gente que ha viajado conmigo y ha sido un antes y después, ha vencido su desconfianza, miedo, rechazo a lo desconocido e incluso su racismo”. Por el momento Beatriz sólo dedica su tiempo libre de forma desinteresada a esta iniciativa, pero quiere desarrollarla y formalizarla pronto.

 

La pandemia y la delicada situación de las relaciones entre España y Marruecos lo ha ralentizado todo, pero Beatriz sigue soñando su desierto y soñando su Marruecos.