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El diálogo con el Islam y los riesgos del fundamentalismo en el cine

El cine, en cuanto arte y cultura, destinado a los públicos de todo el mundo, detecta y señala la importancia de las religiones en la vida y la convivencia de las civilizaciones.

Por Peio Sánchez, experto en cine

Recientemente el cine que procede de los países islámicos nos manda señales significativas en esta dirección. La película Timbuktu

 

(2014) de Abderrahmane Sissako tiene enorme interés en este sentido. Premiada por el Jurado Ecuménico del último Festival de Cannes

 

narra la situación de la ciudad de maliense de Tombuctú que en el año 2012 cayó en manos de yihadistas. La ciudad vive en una especie

 

de toque de queda permanente. No se puede escuchar música, ni reír, ni fumar, incluso no se puede jugar al fútbol. Las mujeres padecen

 

especialmente esta situación opresiva cuando han de permanecer tapadas en público llevando obligatoriamente calcetines y guantes. Pero

 

Kigane vive tranquilamente en su tienda entra las dunas, acompañado de su esposa Satima, y su querida hija Toya, junto con Issam, un

 

niño pastor que han acogido y que les ayuda con las vacas que tiene la familia. Todo se complica cuando matan a la vaca favorita de

 

Kigane y él marcha a aclarar las cosas con el pescador que lo hizo. Al final se verá obligado a enfrentarse a las leyes impuestas por

 

los radicales.

Lo que subraya el director es la enorme dignidad de un pueblo pobre e islámico, que resiste la dominación de los que oprimen en nombre

 

de un supuesto código moral que dicen procede del Corán, y que no es más que una interpretación fundamentalista del mismo. Un film que

 

muestra que la primera víctima es el pueblo musulmán que mantiene la resistencia precisamente desde las raíces de su fe. Un pueblo que

 

mira con angustia su futuro, representado en la película en los niños, cuando le usurpan su vida e incluso su Dios. Imprescindible,

 

pues, Timbuktú, “El dolor de los pájaros” en el título original.

Interesante también L’Apôtre (2014) de Cheyenne Carron. Esta película a instancia de la seguridad francesa fue retirada de algunos

 

cines tras los atentados de la revista Charlie Hebdo y el supermercado judío. Cuenta la historia de Akim un joven musulmán que se está

 

formando para suceder a su tío que es imán. Inseparable de su hermano Youssef y idolatrado por su hermana Maya, vive en una familia

 

unida y generosa. Las cosas se complican cuando Akim se siente impactado por el gesto de un sacerdote que decide continuar viviendo al

 

lado de los padres del que ha sido el asesino de su hermana. Por distintas casualidades va a parar a una celebración de un bautizo y

 

allí empieza un cambio en su vida. Lo que perturbará radicalmente a su familia y a su entorno.

Formalmente sencilla pero digna. Se le negó todo tipo de subvención oficial por el tema que trataba, el complejo asunto de la

 

persecución de los musulmanes que se convierten en cristianos. En este caso, el tema queda mitigado al desarrollarse la ficción en el

 

seno de la sociedad francesa. Pero el tratamiento a los apóstatas obliga a la marginación social. La película es rica en matices y

 

contenidos, lo que le hace pecar de discursiva, aunque mantiene y sostiene la intriga. Muestra las distintas interpretaciones de las

 

leyes islámicas, con las matizaciones que aportan el amor y el perdón. Así mismo, la denuncia del fundamentalismo. Por la parte

 

cristiana, la figura del sacerdote presentado como referente de caridad, que tiene una base real que afecta a la directora del film que

 

conoció a un sacerdote que vivía como en la película al lado de los padres del asesino de su hermana. Una película con un guión

 

equilibrado que denuncia una realidad que no se debe ocultar y que pronto tendremos en nuestras pantallas.

Por último, señalamos la película “En busca de Muhyiddin” del director tunecino Nacer Khemir. Un interesante ejercicio de contemplación

 

de tres horas de duración sobre la vida y la espiritualidad de Muhyiddin Ibn 'Arabi, un gran teólogo islámico, filósofo y poeta del

 

siglo XIII. La paciencia del espectador se ve recompensada por una visión más profunda de las fuentes del Islam y una mayor conciencia

 

de las raíces proféticas del Islam, el judaísmo y el cristianismo después de un itinerario por diez países y a través de encuentros con

 

distintos estudiosos que han aprendido a amar al místico sufí Ibn’Arabi. Un viaje a los fundamentos del Islam y a la mística sufí como

 

puerta para el diálogo interreligioso.