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“La soledad al final de la vida es un sufrimiento evitable”

Afrontar el final de la vida es de por sí una tarea compleja que nos coloca frente a uno de los grandes espejos en el que observar el camino recorrido a lo largo de nuestra existencia. Pero transitar esta etapa en soledad aumenta en gran medida el sufrimiento que puede encontrarse, cronificarse y hacer que la persona se estanque. Y es que esta soledad es uno de los grandes males de nuestro tiempo: del 1’5% de la población que muere al año, el 0,5% vive sola en sus domicilios. 

Para evitarlo, el Centro San Camilo promueve una red comunitaria en la zona norte de Madrid constituida por entidades y asociaciones que, coordinadas, actúa en residencias, hospitales y domicilios. Un programa que se impulsó en 2015 desde el Centro de Humanización de la Salud de los Religiosos Camilos y que, en la actualidad, está formado por un equipo de 180 personas, cerca de un centenar de voluntarios y 45 entidades, que en el último año acompañaron a más de 3.000 personas a través de 22.000 intervenciones. 

Así, el programa Final de Vida y Soledad está presente en numerosas residencias, domicilios y hospitales (La Paz, Ramón y Cajal o Gregorio Marañón, entre otros). Además, cuenta con los ayuntamientos de Tres Cantos, Colmenar Viejo, Alcobendas y San Sebastián  de los Reyes como promotores, y la colaboración de los trabajadores sociales de los centros de Atención Primaria. “Somos una agente más de salud integrado. La soledad no deseada o no atendida es un problema ético, porque tenemos una obligación ética de cuidado respecto a nuestros vecinos que debemos atender” afirma su coordinador, Xabier Azkoitia.

Formación para acompañar

Según Azkoitia, la soledad al final de la vida es un sufrimiento evitable. El único antídoto contra la soledad es la generación de relaciones significativas, y aquí está la clave del voluntariado de acompañamiento. Así, en el programa pueden participar todas las personas de buena voluntad que quieran y estén dispuestas a formarse, para garantizar un acompañamiento de calidad y cualificado; además de recibir de supervisión y seguimiento.

La situación del Covid-19 ha puesto de manifiesto la dolorosa experiencia de la soledad y la importancia del acompañamiento tanto a las personas enfermas, como a sus familiares. Por ello, los voluntarios han multiplicado las llamadas telefónicas y videollamadas, han llevado compras y medicinas hasta el domicilio, les han acompañado al médico, etc. “De aquí saldrá otro modo de estar en la acción social. La virtualidad no quita la soledad, lo digital es un medio, lo importante es que haya una significación relacional” destaca Azkoitia. 

Es un programa que se sustenta gracias a los valores y la generosidad descomunal por parte de las entidades de voluntariado y los voluntarios, que se mueven por valores de justicia, empatía, solidaridad, autenticidad, bondad, compasión… para construir una sociedad más justa donde todo el mundo tenga un lugar “porque se lo merece”.