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"Las manos de Camilo"

Camilo encontró un corazón en sus manos. Para Camilo, Dios también es alabado “con las manos, realizando obras vivas de piedad hacia los prójimos”. Su cuidar se centra en las manos. ¿Cómo son las manos de Camilo?.

 



Por Francisco Javier de la Torre, Director de la Cátedra de Bioética Universidad Pontificia de Comillas

 

Manos maternales
Quiere personas con “afecto materno hacia su prójimo”. Hay que servir a los enfermos con el afecto con que suele hacerlo una amorosa madre con su único hijo enfermo. Cuando sale de casa para el hospital lleva atiborrada la sotana de manzanas o naranjas, de cosas azucaradas. Camilo se convierte en niñero por amor a los enfermos, acariciando y cuidando a niñitos enfermos, dándoles la papilla.

 



Manos vigilantes
El cuidado de Camilo era durante el día y la noche. Duerme poco y con los oídos abiertos. Por la noche cose jergones, los llena de paja para que los pobres no tuvieran que dormir en el suelo, ordena ropa blanca, pone las cosas en orden y limpia. Se reserva el turno de la noche. Cuidar es una continua mirada atenta, como la de la madre a la cuna del hijo por la noche.

 



Manos cálidas
Cuando recoge a alguien en la calle le echa por encima su propio manto. A veces, hasta les ponía el birrete en la cabeza. Abraza uno a uno a los recién profesos. Cuando un enfermo tenía que levantarse, se apresuraba a quitarse las zapatillas y a ponerlas bajo sus pies como alfombra para que no cogiera frío ni se manchara pues los pavimentos eran de tierra. En invierno cubría a los enfermos y les calentaba los pies.

 



Manos detallistas
Enseña a hacer camas, dar de comer, bajar bien al enfermo del lecho, limpiarlo con atención, a poner cuidado en “todas las minucias”. Es meticuloso con los alimentos y controla personalmente lo que se compra. Lava, corta el pelo, adecenta uñas rebeldes, seca camisas sudorosas. Era un especialista en sacudir camas pues metía hasta su largo brazo dentro de la paja para removerla y hacerla más mullida y flexible.

 



Manos imaginativas
“Estaba cada día inventando alguna cosa nueva en beneficio de ellos”. Patenta una paletilla de madera revestida con una gasa con la que delicadamente limpia las lenguas de las personas con fiebre, les quita las flemas y las mucosas. Cocinaba chucherías para despertar el apetito de los enfermos más inapetentes.

 



Manos sucias
Camilo limpia el rostro de un enfermo desfigurado por el cáncer muy repugnante y maloliente. Todos los sirvientes esquivaban al enfermo horrorizados y “sólo Camilo con las manos desnudas limpiaba el rostro del pobrecillo y lo besaba”. Los que se hallaban en peores condiciones, eran rasurados, lavados o remendados por el mismo Camilo. Al que llega lleno de suciedad le restriega enérgicamente dándole besos y caricias.

 



Manos acogedoras
En San Giacomo introduce la novedad del rito de la acogida. Camilo está en la puerta cuando los enfermos son apeados o se les trae. Siempre está dispuesto a recibirlos. Los abraza, los acaricia, les arregla, les lava los pies, sustituye sus ropas harapientas por mudas pulcras y los coloca en una cama limpia.

 



Manos pobres
No desea tener nada propio. Al ser nombrado general se pone de rodillas delante de todos y pide “en préstamo y en limosna” a la congregación el mísero ajuar que tiene en su habitación: cama, silla, mesa y algunas estampas. El que no tiene nada propio en las manos, cuida mejor al otro con las manos. Camilo no quiere “aceptar cosa alguna como premio o paga”. Las manos no deben manejar dineros sino sólo destinarse a cuidar. En fin, manos maternales, vigilantes, cálidas, detallistas, imaginativas, sucias, acogedoras, pobres.