Revista Humanizar

Suscríbete y recibe cada dos meses los ejemplares de la revista de referencia en el mundo de la humanización de la salud.

Suscríbete y colabora con nuestra misión

EL ABUSO DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS

Recuerdo que, cuando cumplí 50 años me regalaron un teléfono móvil, que inmediatamente cambié pues me parecía el colmo del derroche, del gasto y del consumo… Y ahora lo utilizo constantemente, es más, forma parte de mi vestuario habitual, de mi bolso y de mi compañía constante.

Por Mari Patxi Ayerra

Pero le tengo respeto y dependencia, agradecimiento y cuidado, todas esas cosas a la vez, porque me pone en contacto con mi gente y me quita libertad, al mismo tiempo, pues no me puedo perder, porque en todo momento estoy localizable.

Todo esto es verdad, pero me preocupa el uso que veo que le da mucha gente. Veo a los jóvenes tan pegados a él!!!, tan colgados de él, tan dependientes de este chisme pequeño que parece que controla su vida!. Casi no hablan entre ellos y todos hablan con otros. Es frecuente ver pandillas de jóvenes, cada uno hablando por su móvil, sin atender a los presentes.

En la mesa todos están pendientes de otras personas que no están allí. Los niños pequeños se esconden atentos a películas o juegos que les incomunican de los que están con ellos y les tienen entretenidos y anestesiados, de forma que no dan ninguna guerra y parece que no hay niños.

Los padres van a los restaurantes y eventos portando niños y tablets anestésicas, que les mantendrán entretenidos durante todo el tiempo que dure la sesión adulta, con el fin de que no hagan ruido, no coman, no hablen, no rechisten y no se les oiga.

Es curioso ver que en muchas mesas familiares los pequeños están, “a su bola”, viendo alguna película en el móvil de sus padres, mientras comen, o no, da lo mismo, pero están, como en una burbuja, independizados de la vida familiar, en su película o dibujo animado. Hace unos años, para una boda de mi familia, vinieron unos amigos con un niño de tres años, que se pasó cuatro días con el móvil de su padre, viendo en todas las comidas y reuniones, películas de Pocoyo o dibujos animados de su tierra, tan contento, sin necesidad de entrar en relación con nadie de la familia, pues se traía su burbuja de casa y no se esforzó lo más mínimo en salir de ella.

Lo pasaron divinamente el padre y el hijo, pues el canguro no le falló ni un momento y padre e hijo estuvieron siempre tranquilos y atendidos por la técnica. Solo fue cuestión de pilas y buenos cargadores…

Los demás estábamos alucinados y de esto hace solo cinco años, ahora ya es más frecuente ver a nuestro alrededor, a bebés cuidados por un móvil o una tablet, tan entretenidos o tan calladitos. He de reconocer que yo lo veo práctico. No sé si lo veo muy educativo o muy afectivo…

Ayer me prestaron a mi nieta, que estaba con fiebre y no fue al cole, me rogó que pusiéramos en la tele el programa de Disney, ese en el que salen niñas de su edad, 7 años, que parecen mini mujeres sexis, en vez de niñas grandes, cursis, que hablan con palabras seductoras y un poco repollos y yo, por más que se lo decía a mi nieta, notaba que a ella le encantaban y estuvimos unas cuantas horas anestesiándonos las dos con esos mensajes educativos de mini-mujeres objeto…

Y yo venga pensar en qué quedará toda aquella lucha por conseguir un cambio en la igualdad de sexos que llevamos a cabo las mujeres de mi generación, las que quisimos conseguir no ser mujer florero sino mujer adulta, con pensamiento propio, y estas nietas princesitas, que visten de rosa, que te prestan el cassette y es rosa y llevan la ropa interior rosa, como a nosotras nos gustó lila, y se ponen collares y miles de adornos y efectos especiales de color rosa…

Menos mal que saben manejar el ordenador y el móvil y la tablet y todo lo que sea necesario y son niñas del futuro y tocan el piano y patinan y son más listas que el hambre y que caerán a los pies de los chicos…o no, y sabrán ser autónomas y vivirán solas o acompañadas, en pareja o en familia, en grupos o como sea, pero abrirán caminos nuevos de vida y de sociedad… Esperemos que sean solidarias y ecológicas y libres, pero no sé yo cómo van a ser en cuanto a su libertad personal, coraje, ganas de trabajar por su autonomía personal, su liberación sexual, consumismo y universalidad, creyentes o no, pero con valores profundos.

Yo, he de reconocer, que todavía agradezco al que viene a verme y desconecta el móvil, para estar conmigo del todo, para que nadie interrumpa nuestra tertulia, ni whatsapp, ni llamadas, para estar conmigo del todo. Hay que reconocer que es todo un detalle el demostrarme que quiere dedicarme el rato del todo a mí, sin interferencias de fuera. Es como el que quita la televisión cuando vas a su casa, a visitarle, o el que la deja puesta para escucharla de reojo… Es imposible atender a las dos cosas a la vez. O estás conmigo o estás contra mí, o con el otro, o con la tele, o con tu teléfono, o con quién hayas quedado…

Bueno, pues mientras critico el abuso del móvil, que a mí me sirve para estar en contacto con mi gente y para atender a muchos amigos en la distancia y a gente a la que no puedo ir a ver con frecuencia, oigo en la televisión que la Comunidad de Madrid está dando cursos a los ancianos, para mantenernos pro-activos, nuevo término que quiere decir estar al día o ser moderno y manejar las últimas técnicas avanzadas de manejo de móviles, smartphones, tablets y todos estos artilugios que nos rodean, nos entretienen, nos comunican, nos hacen sentirnos integrados en la sociedad y nos acercan a las generaciones anteriores, que controlan todos estos chismes como nosotros las cajas de cerillas, antiguamente. Hay que reconocer que es necesario que sepamos, todos, manejarlos, para estar integrados y para saber de todo, porque cuando vamos a un hotel, al tanatorio, o a cualquier sitio, necesitamos saber manejar un ordenador, para consultar una dirección, un dato, una gestión cualquiera o una información.

Dentro de nada nuestros bebés tendrán un modelo de chupete móvil, con pantalla, que aprenderán a manejar pronto y controlarán la técnica desde su más tierna infancia. ¡Lo que nos quedará por ver, todavía!!!... Vamos a crecer deprisa que la vida corre que es una barbaridad, pero sin olvidarnos de disfrutar del camino, que es lo importante. Hasta la próxima.