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Elogio a los valores verticales

Contamos con una larga e interesante propuesta en torno a la educación en los valores a través del cine. Sin embargo, con el antropólogo y monje de Montserrat Lluís Duch queremos recordar el papel fundamental de los valores verticales, de los valores que apuntan a la transcendencia. Los valores éticos apuntan y se enraízan más allá de sí mismos.Sin liarnos en la controversia entre valores y virtudes vamos a recordar cómo la fe, la esperanza y la caridad son los tres valores verticales en los que el ser humano asienta otros valores.  Así la honestidad, el respeto, el compromiso, la tolerancia o la responsabilidad en cuanto valores horizontales reciben una nueva dimensión con los valores que refieren a Dios como trascendencia benevolente y encarnada, como amor de encuentro y alteridad, como disponibilidad sacrificial y reconciliadora.En el cine más reciente tenemos tres películas que pueden acompañarnos en esta reflexión. La fe como confianza primera en la paternidad amorosa de Dios la podemos reconocer a la sombra de John Ronald Reuel Tolkien. En su obra publicada el 21 de septiembre de 1937 en el Reino Unido titulada “El Hobbit” quiso contar a sus hijos la increíble peripecia de Bilbo, un hobbit acomodado y feliz, que se metió en una enorme aventura porque se fió de Gandalf. En la primera entrega de la nueva trilogía, también de la mano del director  Peter Jackson, vemos como la trama va envolviendo a Bilbo que poco a poco va creciendo en la confianza no solo desde una perspectiva trascendente que descubre la vida como misión, sino también desde una cada vez más sincera confianza en los otros, representados en el grupo de los enanos, y en sí mismo, como mostrará su coraje y valentía creciente. Que luego veremos heredado en su sobrino Frodo.La esperanza queda reflejada en una película dura que próximamente tendremos en las pantallas. Se trata de “Las flores de la guerra” del maestro y humanista Zhang Yimou. Es una historia de sacrificio donde un falso cura se hace un verdadero creyente, donde unas prostitutas practican el amor extremo y donde unas chicas inocentes de un coro parroquial pierden la inocencia pero no la esperanza. En medio de la abyección del mal en la conquista japonesa de Nanking, allí donde cualquier esperanza parece imposible brota lo mejor de las personas en generosidad y entrega. Una película china donde la comprensión cristiana de la esperanza en la cruz atraviesa toda la historia. Además va acompañada de una factura fílmica con una gran belleza plástica y con una composición de los planos cuidada y respetuosa a pesar de mostrar la atrocidad. Una película para esperar cuando todos los valores humanos parecen eclipsarse tras la violencia.“Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” canta el final del himno paulino. Para poner relato al amor vamos a recordar el estreno reciente de la última versión de “Los miserables” dirigida por Tom Hooper según el musical con 50 canciones del compositor Claude-Michel Shonberg yde los  letristas Alain Boublil y Herbert Kretzmer. La fuerza difusora del amor que va desde el obispo Myriel hasta Jean Valjean, el protagonista, de él a Fantine la madre soltera, desde ella a su hija Cosette y por ella a su prometido el joven revolucionario Marius.  Únicamente la resistencia al amor anclada en la ley del inspector Javert se resiste a la misericordia que surge del corazón de los miserables.Tres viejas historias una para recobrar la memoria de una masacre en 1937 y dos textos de tienen un casi un siglo, “El hobbit”,  y siglo y medio, “Los miserables”. Y hay una tradición en ellas de los valores verticales, de las referencias imprescindibles, que el cine más reciente nos ha recordado. Como si los viejos valores fueran para siempre.