“Nuestra sociedad ha olvidado que morimos”

Entrevista a Montse Esquerda, directora Instituto Borja de Bioética-URL

 

Con motivo de las IX Jornadas de Ética Asistencial que organiza el Centro San Camilo, previamente hemos conversado con una de sus ponentes. Montse Esquerda es una de la voces más autorizadas del ámbito de la Bioética y participará en esta edición, dedicada a la Ley de Eutanasia, para ofrecer una mirada centrada en el paciente, la familia y el profesional. 

 

Vivimos con demasiada prisa, incluso la aprobación de la Ley de Eutanasia ¿Cree que se nos ha ido de las manos?

Llevamos décadas hablando de la eutanasia y, a pesar de ello, lo hacemos muy poco de la muerte misma. Llama la atención, por ejemplo, la incongruencia entre el porcentaje  de personas que se declaran a favor de la eutanasia y, en cambio, el bajo porcentaje de quienes han realizado un Documento de Voluntades Anticipadas. Creo que prácticamente un 100% de personas estaríamos de acuerdo en que es necesario un “buen morir. En lo que quizás diferiremos es como asumirlo, es en el matiz donde hay diferencias fundamentales. Por ello equiparar “buen morir” a eutanasia es uno de los errores más graves y difícilmente se va a alcanzar con una ley. 

Seguramente coincidiremos que en España, con el marco legal actual, hay muchísimo recorrido aún para morir mejor. No diré que se muera mal (en algunos casos sí), pero que podría mejorarse muchísimo el final de vida. Llama la atención que sea una ley que se tramite con cierta rapidez, con un mecanismo que es vía proposición de ley de un grupo parlamentario y no como proyecto de ley del propio gobierno. Si no tengo mal entendido, una iniciativa legislativa del Gobierno requiere la elaboración de un proyecto, de informes de instituciones como el propio Comité de Bioética, de colegios profesionales y de asociaciones relacionadas; así como diversos especialistas, con una mirada dialógica y plural, incluyendo la participación, más allá de encuestas. Una ley de este calado debería basarse en investigación, cuantitativa y cualitativa seria.

A pesar de algunas voces críticas con la norma, otros la aplauden. ¿Quizás hasta que nos encontramos con una situación extrema no reaccionamos y empezamos a valorar la vida?

Recuerdo en mi niñez el sonido de las campanas cuando tocaban “a muerte”, era un sonido muy claro, fácil de evocar. Un recordatorio lento y pausado de que la muerte estaba cerca y de nuestra condición mortal. En nuestra sociedad postmoderna y acelerada no hay campanas que suenen en nuestro día a día, se han silenciado… es la imagen de una sociedad que ha olvidado que morimos, donde la muerte parece tan solo un rumor.

¿Nuestra sociedad no es lo bastante madura como para mirar a la muerte de frente?

No sé si la palabra adecuada es madurez. Lo que sí requiere es ser capaz de hablar de la muerte, de tener aquellas conversaciones duras y difíciles para saber tomar decisiones duras y difíciles. Las series televisivas nos recuerdan en cada capítulo cómo la medicina produce curaciones milagrosas casi siempre y los periódicos están llenos de noticias de la próxima curación del cáncer, del Parkinson o de la diabetes. Nuestro imaginario social nos ha creado una imagen falaz de que la muerte es voluntaria, opcional. La muerte quizá pueda volver a ser doméstica, pero nunca será domesticada.

En términos de Bioética, ¿qué precio tiene esta Ley? ¿Es más barata que los Cuidados Paliativos?

Entre los múltiples debates eternamente pendientes en Bioética está la aplicación del principio de justicia. Nos cuesta mucho hablar de costes y sobre todo de limitación de los costes, pero numerosos estudios muestran cómo la atención paliativa, así como el cuidado compasivo son costes efectivos.

¿Llegará una Ley de Cuidados Paliativos? ¿Qué debería contemplar?

Actualmente ya están reguladas por ley la mayoría de las actuaciones de Cuidados Paliativos. Quizás una Ley podría ser una “garantía” de su realización y hacer hincapié en recursos necesarios, formación de los profesionales sanitarios, etc. El debate sobre los cuidados paliativos no agota del todo el debate sobre la eutanasia, por supuesto, pero uno es condición previa del otro. En este caso, el orden de los factores sí condiciona el resultado. Debe garantizarse un abordaje paliativo exquisito y un soporte social y económico, previo a la eutanasia. Hay situaciones de enorme sufrimiento que se han aprendido ya a paliar, con un abordaje integral bio-psico-social y espiritual; y las condiciones económicas, familiares o de falta de soporte social pueden ocasionar también un gran sufrimiento.

Asegura que con la pandemia debe haber 100.000 personas en duelo pero no las vemos ¿Cuál es la respuesta que debemos como sociedad o como profesionales al sufrimiento?
El acercamiento al sufrimiento no es sencillo, no puede solucionarse ni rápidamente ni con respuestas simples. En Medicina aprendemos mucho de datos y conocimiento, pero poco de lo que de verdad importa. Hablamos muy poco de la muerte y menos del sufrimiento. Aprender a ver y reconocer el sufrimiento es un imperativo ético de los profesionales sanitarios, pero nunca sabremos reconocer aquello que no conocemos. Atender al sufrimiento debe formar parte como objetivo primordial de las profesiones sanitarias.