El 16 de diciembre más de 100 voluntarios han celebrado su V Jornada en el Centro San Camilo.
José Carlos Bermejo, Director del mismo y Fundador del Centro de Escucha, en su alocución ha repasado la historia de los programas de voluntariado: en el Centro Asistencial(desde 1983), en el Centro de Escucha (desde 1997), en la Unidad Móvil de Intervención(desde 2012), en el Programa de soledad al final de la vida (desde 2013), y en Cooperación al desarrollo/Cadis (desde 2015).
Bermejo y Mons.José Cobo, obispo auxiliar de Madrid, han reconocido la generosa aportación de los voluntarios en la construcción de un mundo más humano, más amable y solidario.
El biblista Ariel Álvarez ha impartido una conferencia sobre el Jesús histórico terapeuta.
DISCURSO DE JOSÉ CARLOS BERMEJO
Queridos voluntarios del Centro San Camilo / Centro de Humanización de la Salud.
Cuando estábamos a punto de celebrar el nacimiento de Jesús de Nazaret, potentísimo humanizador y promotor de la compasión ante el sufrimiento evitable y modelo de cómo atravesar responsablemente el sufrimiento inevitable, escribo estas líneas para saludaros, sencillamente porque no puedo no escribirlas, al igual que el pájaro canta porque no puede no cantar.
Quiero compartir con vosotros algunos sentimientos y reflexiones, comenzando por evocar los orígenes.
Sabéis que era 1983 cuando empezaba su actividad lo que entonces se limitaba a ser la “Residencia Asistida San Camilo” y muy pronto el p. Cirilo entendió la oportunidad de organizar un voluntariado bien formado para acompañar a los Residentes. Así nació una hermosa red de la que aún recuerdo algunos aspectos
específicos: el p. Cirilo –por ejemplo- no dejaba visitar a un anciano hasta después de un año de riguroso seguimiento del plan de formación inicial. Era un modo de expresar, hace más de 30 años, la importancia de la formación, del proceso de incorporación al voluntariado, la dimensión grupal y de coordinación como equipo…
Por otro lado, recuerdo con gusto lo que vosotros, los así llamados “escuchas”, los voluntarios del Centro de Escucha, ya me hayáis oído recordar: que era una tarde de velatorio por la muerte de un compañero de comunidad, cuando en 1989, en una tarde invernal, en mi habitación de estudiante de Roma, nos sentamos el p. Salvador y yo para perfilar el proyecto de creación de un Centro en España, para impulsar ambas partes de nuestro carisma como religiosos camilos: “cuidar y enseñar a cuidar”. De allí salieron unas páginas -hoy amarillentas-, en las que se decía: “Medios para alcanzar los objetivos: 1. 2. 3. 4…. El 2, en concreto se desplegaba así: “Creación de un Centro-gabinete de escucha, grupos de apoyo y animación de otros grupos ya existentes”.
Cuando yo soñaba el Centro de Escucha, del que me siento orgullosamente Fundador, no me imaginaba que surgirían, a la sombra de nuestro Centro, otros más de 30 en España y otros 10 en América Latina, con vínculos significativos, como una red de iniciativas armónicas que, con la misma filosofía y el mismo nombre, quieren contribuir a humanizar la sociedad aliviando sufrimiento.
Ha sido más tarde cuando hemos puesto ruedas a un Centro ambulante para extender nuestra capacidad de alcance de personas necesitadas, creando una Unidad Móvil de intervención y de sensibilización como la que ya tiene cinco años, con sus merecidos reconocimientos y premios.
Y ha sido más recientemente cuando la Obra Social La Caixa, a partir de la experiencia ya existente de colaboración en el programa de Atención psicosocial al final de la vida, nos pidió el diseño y creación de un programa para acompañar –apoyado en el voluntariado- en la soledad no deseada, particularmente la soledad al final de la vida, programa que se despliega en Madrid y que ha sido referente para la creación de otros ya existentes en otras Autonomías y coordinados por otras instituciones.
Quiero expresar mi sincero agradecimiento a los dos coordinadores de los grupos de voluntarios: Xabier Azkoitia, coordinador de los voluntarios del Centro Asistencial y Marisa Magaña, directora del Centro de Escucha y coordinadora del voluntariado del mismo, así como a Valentín Rodil, por el trabajo realizado con voluntarios desde la UMI, a Angelines Boro, por el trabajo de coordinación de las demandas al Centro de Escucha, y a Roberto Pérez por su trabajo en el programa de soledad. No quiero olvidar a aquellos voluntarios que colaboran en tareas administrativas y a quienes viajáis y nos representáis en las actividades de Cooperación en situaciones de crisis y catástrofes más allá de nuestras fronteras –bien lejos, por cierto-, como Consuelo Santamaría. Gracias de corazón.
Siento el orgullo de que mediante vuestra generosidad, mediante la escucha auténtica, empática, acogedora incondicionalmente, nos hacemos compañeros de camino de personas que tienen el corazón roto y necesitan ayuda para sentirse acogidos, comprendidos, para zurcir los rotos producidos por pérdidas, para estimularlos y atravesar lo inevitable, e incluso crecer con ocasión de los traumas vividos.
Este, además de un sueño compartido, es un firme convencimiento: podemos humanizar caminando juntos en el dolor, socializando en la relación íntima de un espacio cálido, los pensamientos, sentimientos, conductas, preguntas más íntimas que, vividas en soledad, hieren y son más cruentas.
Al reunirnos anualmente en torno a esta Jornada de voluntarios, pocos días después de celebrarse el Día Mundial del Voluntariado (el 5 de diciembre), siento un profundo agradecimiento hacia todos vosotros, generosos voluntarios que en estos proyectos varios (Residencia, Centro de Día, Cuidados Paliativos, Centro de Escucha, Unidad Móvil, Programa de acompañamiento en la soledad, Cooperación), hacéis el milagro de convertir en realidad el poder sanante de la escucha activa competente, responsable, supervisada… Efectivamente, acompañados por vosotras y vosotros, el corazón sufriente puede esponjarse, liberarse, latir más armónicamente, abrirse, ablandarse, robustecerse, para no sucumbir al parón que pueden producir impactos traumáticos que nos acontecen en la vida a los seres humanos.
Sois un grupo de voluntarios para los que la gratuidad permite hacer experiencia de que al serlo (voluntario) se gana más de lo que se da, se crece más que lo que se ayuda a crecer, se madura individual y grupalmente más de lo que pudiera intuirse en origen.
Creo que el grado de humanidad de una sociedad se mide también por la actitud que las personas mantienen ante los más débiles, los más frágiles y vulnerables.
Un mundo más humano es posible con el regalo de la escucha, del encuentro compasivo y solidario, promoviendo comunidades de cuidados.
Hoy, al celebrar con vosotros esta Jornada, que tiene tintes navideños, deseo hacer un homenaje en mi corazón a todos vosotros, voluntarios y a los ausentes y a los que incluso ya fallecieron (así como también a los pocos contratados presentes) por lo que sois y por lo que compartís. Sé que no es hecho sin esfuerzo, y que todos pagamos también el precio personal de la empatía y de la compasión, al dejarnos salpicar por el sufrimiento ajeno. Sé que muchas veces vuestra aportación es realizada muy en silencio, casi sin ser reconocida, si no es en lo más íntimo de vuestras convicciones y la serenidad que da el saberse haciendo bien el bien.
Mi agradecimiento, pues, a todos vosotros, voluntarios, que formáis parte del proyecto general del Centro San Camilo y que lleváis a la práctica un sueño compartido que es, como me gusta repetir, una de las caras más hermosa y quizás menos visible de la actividad del Centro. Que a través de vuestras personas y la fecundidad de vuestras orejas, alumbréis oscuridades y conjuguéis los llantos de camino de la vida, del ir perdiendo y muriendo.
Ojalá que con estas Jornadas sigamos construyendo una sana cultura de esta forma de inteligencia compasiva y solidaria propia de una mística del encuentro saludable.
Viene siendo costumbre dedicar un tiempo a celebrar (quien lo ha deseado, ha participado en la Eucaristía); un tiempo a reflexionar en clave formativa, y un tiempo a compartir fraternamente la comida. En esta ocasión, aunque cambiado recientemente de manera estratégica, vamos a escuchar al Dr. Ariel Alvarez, argentino, venido expresamente para acciones formativas en nuestro Centro desde Santiago del Estero, seguramente uno de los mejores biblistas del mundo, formado en diferentes países (entre los cuales también en España –Salamanca-), autor de numerosos artículos y libros sobre Jesús de Nazaret, del que nos hablará, particularmente centrado en su actividad terapéutica y desde una perspectiva histórica.
Escuchar a un biblista sobre Jesús requiere adoptar una actitud de apertura al conocimiento, a la cultura. Requiere una actitud dispuesta a la escucha libre de prejuicios. Escuchar a un biblista sobre Jesús es, según mi opinión, una responsabilidad de ciudadano que tiene que tener una cultura sobre este hombre que cambió la historia. Escuchar a un biblista hablar sobre Jesús es un deber también por ser voluntario de nuestro Centro San Camilo.
Que disfrutéis de estas V Jornadas de Voluntariado.
V Jornada del Voluntariado San Camilo
domingo, 16 de diciembre de 2018 23:00h
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Centro de Humanización de la Salud